miércoles, 17 de agosto de 2011

Una tarde de verano...Cartas a un difunto.

Quizá simplemente estamos condenados, todo parece un juego cruel desde el que un narrador omnipresente marca nuestros destinos caídos ahora en desgracia.

Maestro, no sé por dónde empezar. Los asuntos que ahora me atañen en el Torreón Rosby casi no me dejan hablar con vos. Si pudierais hablar... hay quien dice que los difuntos conocen el destino de los vivos, los que en vida fueron buenas gentes, en la muerte ven la fortuna de sus allegados...pero...¡ay! de los condenados, los ladrones, los asesinos, la calaña...que lo único que ven eternamente es el sufrimiento de quienes dejaron atrás.

La Guerra ha estallado en los Siete Reinos que un en los que vivisteis en paz, tal vez vuestra violenta muerte auguraba el destino que se cierne sobre nosotros.

Hace casi un mes, acompañé a Sir Rothem en una de sus encrucijadas. Acabábamos de desentrañar un arduo plan que ponía en peligro la corona... Para entonces el muchacho que ya no era vasallo en la casa Greyash sino un reputado caballero, que a fuerza de honor y espada a comprado su papel, servía en esos momentos a Sir Alder al que vos conoceríais en vida como alto cargo en el Septo de Desembarco, fiel amante de las enseñanzas de Kalavius... Pero no, engañó vilmente a la mente del muchacho haciéndole combatir en misiones en contra de Deoc, haciéndole firmar la muerte de aquellos que ajusticiaba ¡en nombre del Rey y de la verdadera Fé!, pero no era más que una engañifa para arrebatar la vida a los que se opondrían a Deoc por ser fieles seguidores de Kalavius... Urdida la trama, partimos rumbo a Desembarco y lo acompañé a modo de testigo en nombre de los Greyash, pero por el camino, ¡el Rey!, el Rey a quien servimos en su día muere a manos del fuego que consume en estallido su carruaje. Debería haber visto lo que siguiera cuando, aún con el corazón en el puño y ojos lagrimosos de lo acontecido, llegamos al Septo donde Rothem fue apresado por los Capas Doradas, ¡acusado de asesinato a los seguidores de Kalavius!. En un alarde mezcla de ingenio, locura y desesperación, acusé a una campesina que andaba por la calle de puta mal vendida para tratar de despistar a los guardias... pero sin ningún tipo de efecto, se lo llevaron y yo marché de aquel lugar al Torreón Rosby de nuevo cuando por la impotencia solo supe coger pluma, tinta y papel, para suplicaros respuesta de modo alguno...

Ojalá pudiera escuchar ahora alguno de sus consejos, sin duda nuestro futuro se avecina turbio...

Ser Aford, Consejero de la moneda de la Casa Greyash.

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